martes, 27 de noviembre de 2012

La vieja "bota"


La vieja "bota"



LA BOTA

Más de cuarenta años llevaba “la bota” encallada en un rincón de la última estancia de la casa, al final del patio. “La cuadra” es como llamamos a ese espacio desde siempre, debido a que hace muchos años vivió allí un pequeño mulo. 
La bota la encontraron hace muchos años mi padre y un bodeguero tras una ilusionada búsqueda, con la idea de hacer en ella el mejor vino. Era una bota o barril de crianza, que por su madera de roble americano y el ambiente y temperatura donde se encontraba en la cuadra, hacía un vino fino exquisito. 
Mi padre siempre se esmeró en su cuido y se sentía orgulloso “del vino de su bota”, que para él era el mejor obsequio que podía ofrecer a la gente querida. Pero hoy me han dado la triste noticia de que toda su madera estaba podrida, sin nada que poder hacer para salvarla. Así ha muerto la famosa bota, tras una lenta agonía y en una soledad absoluta.
Por eso hoy he tenido un día muy triste. El apego a las cosas muchas veces es raíz de sufrimientos, por ese sentido de pertenencia y arraigo a algo que se considera sentimentalmente importante y significativo, aunque su valor material sea escaso. De sobra sabemos que los objetos solo son objetos, pero da pena perderles por su valor sentimental, porque a veces son imposibles de remplazar y no por su valor económico. Son objetos que están aferrados en nuestra alma, son presencias sutiles que están en nuestro interior y no se puede medir más que en amor el significado que tienen para nosotros. Son nuestros sentimientos, parte de nuestra identidad.
Como ya sabemos que el tiempo lo cura todo, pronto llegaré a asimilar que está perdida, sin llegar a olvidarla. Pero el día mismo en que se malogra alguna pertenecía con raíces en nuestras vidas, da mucha pena y sentimiento, y hoy me concedo el espacio para este lamento. Hoy siento removerse en mi interior el desasosiego, mezcla de desconsuelo y rabia. Me llenan los recuerdos familiares vinculados a la bota y también la culpa, el descuido que la ha llevado a este triste final que no alcancé a prever ni evitar. Me asaltan preguntas confusas y dudas, pero como ya es irreversible debo pensar que todo en esta vida algún día se va, que todo lo material podemos tenerlo hoy y mañana perderlo, que no hay que aferrarse.
Hay algo mucho más importarte que lo material, lo que nadie ni nada se llevará, y que son los recuerdos que siempre quedarán en mi mente y en mi corazón, aunque nunca más se pueda acompañar una comida o aperitivo con una copa del vino de la bota de mi padre.

(El apego es inevitable como igual lo es el desapego)
Pilar
25-11-2012



domingo, 11 de noviembre de 2012

La lluvia



Es la imagen que veo por mi ventana


La lluvia


Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muert
o.


Jorge Luis Borges